Al terminar el trabajo me invitaron a una cena con mi jefe. Todos los días trabajaba horas extras, de repente me emborrachaba, le rogué a mi jefe que no volviera a casa, parecía que mi jefe me proponía sexo justo en el hotel enviado por mi esposa e hijos, hablaba en serio. La enfermedad despertó y me encontré a solas con mi jefe, que tenía delante un vaso de ginebra.
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